La felicidad esta al alcance de una lágrima.
Por eso, en un abrir y cerrar de ojos comprendí que la única traba en mi vida estaba siendo yo misma. El problema era, y lamento informarle a mi genio, el problema sigue siendo como hacer para cambiar las cosas que me hacen mal. Si esta a mi alcance el cambio por que siento como inútil intentarlo. Me dijeron que veo todo como el fin del mundo, que de un problema exagero todo. Tienen razón, soy un alma apasionada por la adrenalina del desafío. ¿Qué le voy a hacer? Tengo dos opciones, convivir o vivir en el enojo conmigo misma. Hay muchas preguntas de las cuales acepto que nunca voy a obtener respuestas. Esta bien, madurar significa saber que uno no es omnipotente. Simplemente estoy aprendiendo a madurar.
Creo que ya no me importa tener éxito en la vida, solo quiero ser feliz. Me parece tan lejano y tan cercano a la vez. Empecé a creer que puedo, quiero cambiar las cosas. Quiero cambiarme a mi. Cambiar el mundo, la vida, la muerte, las lagrimas, las penas, las glorias, las alegrías, las luchas, las certezas, las decisiones, los días los tiempos, la rutina, la espera, los años, los finales, los comienzos, la manera, los cantos, la risa, los amigos, la familia, los amores, las miradas, los silencios, los consejos, los gestos, los dones, las plegarias, los sentidos. Quiero cambiarlo todo. Volver a empezar con la paz de esos días, que conocí muy bien y que olvide. Por miedo a no merecer los buenos momentos acá estoy, tendiendo a cambiar un futuro que necesita de una buena vez ser liberado.
Quiero empezar por dejar de hacer las cosas por los demás quiero empezar por cumplir mis sueños. Que de ambiciosos no tienen ni un pelo pero por algo son tan resistentes y golpean con fuerza a mi resistente barrera de la razón, de lo que esta bien, de lo que "debería ser". No serán los mejores pero son los míos, y eso tiene que ser lo único que me importe. Porque al fin y al cabo si uno se encarga de vivir las cartas que los demás apostaron en su propia vida, está perdido. Quiero seguir por desprenderme del orgullo, aceptar que no soy ni mejor ni peor que nadie. Aceptar el amor y poder también darlo. El otro día, encontré a alguien por la calle. Me di cuenta que lo quería sin importar si él lo hizo o no en algún momento. Me di cuenta que siempre lo voy a querer porque así siempre va a ser. Pero también entendí, que el poder de las decisiones es mas grande que nuestro masoquismo. Hoy elijo algo que él no es y deseo lo mejor para su vida. Esto también es amor, poder aprender a distinguir cuando es el momento de decir adiós. Amé más cuando lo dejé libre que cuando lo retuve, porque la posesividad nunca me llevó a ningún lado. Quiero aprender a decir las palabras que expresan mi alma, y poder entender que decir un te quiero no es condenarse sino aceptar que podemos ser felices. Es irónico pero en el intento de la felicidad todavía tengo miedo. Pero hay un momento en el que es necesario dejarlo todo, incluso nuestros miedos, y me llegó ese momento.